jueves, octubre 21, 2010

¿Quién tiene prisa?



Recientemente Carmen Aristegui entrevistó al periodista Andrés Oppenheimer a propósito de la publicación de su nuevo libro “Basta de Historias”. Un libro con el que quiere poner el dedo en la llaga ante la falta de sentido de urgencia por parte de los gobiernos latinoamericanos. Oppenheimer pone de ejemplo la educación como el tema central que debería preocupar y ocupar a nuestras sociedades. Compara la región latinoamericana complacida con sus sistemas educativos y contemplativa de su pasado. En tanto, los países asiáticos como China, Corea, Singapur sufren de “paranoia constructiva”.

Agudizado por el el terremoto que golpeo al país a principios de año y con la mirada puesta en el horizonte de 2020 Chile parece tener prisa. Prisa, por quitarse el estigma del subdesarrollo.


Para el Presidente de Chile Sebastián Piñera, el país enfrenta dos retos: la reconstrucción del país tras el terremoto (del pasado febrero 2010) y acelerar el crecimiento económico para lograr la convergencia con los niveles de desarrollo de países como España o Portugal.


Piñera, de gira por Europa, señaló en conferencia de prensa tras su visita a la sede la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en París, que su gobierno tiene el reto de avanzar más rápido y de llegar más alto. Para el Presidente la tarea está clara: doblar el ritmo de crecimiento económico del país al 6% anual para que Chile alcance el desarrollo en 2020. De seguir creciendo al ritmo actual de 2.5% esto se esto se alcanzaría el 2030.


De acuerdo con Piñera, actualmente vivimos en una nueva sociedad de oportunidades y conocimiento y se dice convencido de que los países en desarrollo tienen hoy día su más grande oportunidad para alcanzar el desarrollo. HIzo un llamado a la sociedad chilena a unirse con la misma fuerza y a hacer “todo lo que sea necesario como con el rescate a los mineros, para alcanzar en esta década y con esta generación, (la del bicentenario), el desarrollo, es nuestra responsabilidad”.


De estas declaraciones vale rescatar algunos elementos. Piñera no se está refieriendo a latinoamérica, habla de “países en desarrollo”. Chile sabe que está corriendo una carrera montaña arriba y que los competidores son muchos. ¿Turquía, Malasia, Brasil, México, Sudáfrica? parece que a Chile no le importara alcanzar la cima antes que Uruguay, Costa Rica, México o Filipinas, lo que quiere es alcanzar su meta de desarrollo (y rápido). Los obstáculos los tienen claros, acelerar la tasa de crecimiento al 6% y absorber a 2.5 millones de pobres(de una población de 17 millones) para lograrlo en esta década.


Miembro de la OCDE desde 2010, Chile ha dejado atrás el fatalismo y mira los desafíos naturales o humanos como un reto, como una oportunidad. Aunque aún hay tareas pendientes en el camino de consolidación democrática hoy la agenda tiene un nombre: desarrollo y cero pobreza. La fecha de entrega está fijada: 2020.


Con programas ambiciosos como su Programa de Becas para estudios en el Extranjero Chile definitivamente tiene prisa y sufre de ese “sentido de urgencia” tan necesario del que habla Oppeheimer.


México vacilante, parece trotar en círculos. mirando su sombra, dudando el camino. Nadie parece tener prisa. Todos los actores aparecen con la mirada fija en 2012. ¿Más de 40 millones de pobres? qué importa! pueden seguir esperando, llevan 20, 50, 200 años así, qué más da! Qué importa que México tenga un déficit comercial con China de 32 000 millones de dólares, que cada año más de 400 000 mexicanos se vean obligados a cruzar la frontera, que las reservas de petróleo se estén acabando, que México ocupe el primer lugar en obesidad infantil, que los jóvenes ocupen los últimos lugares en evaluaciones educativas internacionales. Nada de eso importa lo que importa es “la grande” porque ya está a la vuelta de la esquina, esa es la agenda, además de qué nos preocupamos somos “los líderes de la región”, además siempre habrá tiempo. En 2012 el 2018 no nos parecerá tan lejano y después vendrá el 2024 y después el 2030 ¿quién tiene prisa?